Mina lleva unas semanas sintiéndose rara. Tiene 13 años y algunos problemas en el instituto. No acaba de sentirse integrada. Algunas de sus amigas ya salen con chicos, empiezan a beber o fumar. A ella no le motiva salir en ese plan. Es más niña, más inmadura. Así que, casi sin darse cuenta, se ha quedado aislada. Se siente sola.
En casa las cosas tampoco van demasiado bien. Sus padres llevan un tiempo con problemas de pareja y ella teme que acaben separándose. Se siente sola y triste a menudo sin motivo. Se refugia en las redes sociales, y accede a un mundo donde siente que ella no encaja: se ve fea, gorda, poquita cosa.
Un día en el instituto, sin saber muy bien por qué, coge el cúter y empieza a hacerse cortes en la muñeca. Unos ligeros rasguños con los que da forma a una carita triste 🙁
Cuando llega a casa, con una mezcla de inocencia y de miedo, se sube la manga y le enseña los cortes a su madre. Cuando ve el gesto de intensa preocupación y las lágrimas de su madre, empieza a ser consciente de que lo que ha hecho no es un juego.
Los cortes que se ha hecho Mina se llaman cutting. Es una moda reciente entre los jóvenes que va en aumento. Tiene un componente de autolesión, pero también del típico reto de redes sociales.
La conducta de autolesión representa el 3% de los motivos de consulta en centros de salud en jóvenes entre 10 y 19 años.
Estas alarmantes cifras van en aumento en los últimos años, estimándose que entre el 15 y 45% de los adolescentes se realizan autolesiones en algún momento.
Una lesión autolítica no suicida es una acción auto infligida que causa dolor o lesiones superficiales pero que no tiene como objetivo causar la muerte (Nock, 2010), y a menudo lo llevan a cabo personas con elevado neuroticismo, dificultad en regular emociones, reactividad emocional, y labilidad afectiva.
Existen diferentes maneras de autolesionarse. El método más común de autolesión es cortarse con un instrumento afilado en brazos, piernas y estómago.
Otros se pinchan con agujas o alfileres o se realizan pequeñas quemaduras. Los arañazos y mordeduras también son otra manera de causarse daño.
Entre las razones por las cuales los adolescentes se autolesionan se encuentran la búsqueda de regulación afectiva, el control de impulsos o llamar la atención de otros.
Así mismo, existe una alta prevalencia entre jóvenes que presentan ansiedad, depresión, trastornos de conducta o han sido víctimas de abusos sexuales.
El abuso de sustancias y los problemas familiares también serían algunos de los factores que se esconden detrás de las autolesiones.
Una interesante explicación biologicista detrás de las conductas autolesivas:
Así, las autolesiones serían una forma con la que nuestro hijo trata de liberarse del dolor emocional a través del dolor físico.
La gran mayoría de los casos, en torno al 96%, son mujeres, y en un 40% se presentan de manera comórbida con un trastorno de la conducta alimentaria.
Conforme aumenta la edad, en jóvenes y en adultos, la dispersión por sexos se iguala.
Es muy importante detectar precozmente estas conductas y tomarlas como señales de otros problemas psicológicos que no sean tan evidentes.
A menudo les cuesta explicar lo que sienten o el motivo por el cual se han hecho daño. Refieren con frecuencia la presencia de pensamientos negativos y emociones como enfado, ira o tristeza justo antes de empezar a autolesionarse. Esto avala la creencia de que es un medio, en la mayoría de los casos, para calmarse o buscar ayuda.
Por otro lado, el cutting también les permite obtener cierto reconocimiento social dentro del grupo: se convierte en una forma de llamar la atención, de demostrar que se atreven con un reto o de hacer ver a sus amigos lo mal que se encuentran.
En primer lugar, no tomar esta conducta como un juego de niños o algo sin importancia. Es un síntoma importante que debe ser tenido en cuenta.
No podemos olvidar que los estudios indican que las autolesiones son un robusto predictor de pensamientos y conductas suicidas, por lo que es muy importante consultar con un profesional de la salud mental infantil.
Y en cualquier caso, un indicador de malestar emocional, problemas psicológicos o de adaptación, por lo que la correcta evaluación por parte de un psicólogo y el abordaje temprano en psicoterapia de las dificultades que se esconden tras estas conductas es decisivo para evitar un desenlace no deseado.
Además de facilitarle la atención psicológica que necesita, como padres debemos estar a su lado, fortalecer el vínculo de apego, favorecer una comunicación estrecha y fluida, y mostrarnos afectivamente disponibles.
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